Uno de los mejores recuerdos de mi niñez, como debe ser el de muchos, es cuando iba a la cancha del Nacional con mi padre.
Era un ritual que empezaba desde que llegaba. Mi padre achorándose con el cuidador de carros, era la señal que nos convertiamos en hinchas y dejabamos de lado nuestra cotidianeidad, el corazon latía diferente desde ese momento. Caminaba por esas calles por las que no solía pasar, y viendo gente que no solía ver. Llegábamos a las rejas y seguía el control policial, empezábamos a correr, pasábamos esos pasillos interminables con olor a orines. Para el momento que subía las escaleras de Nacional, siempre de la mano de mi padre, un silbido en el pecho anunciaba la disnea producto del asma. La bulla y el ve
rde se asomaban progresivamente, bastante parecido a una sinfonía cuando empieza, que anuncia algo grande, que lo conoces pero que nunca deja de sorprenderte. Como una ola verde inmensa. Allí era cuando todo mal se desvanecía: el verde intenso de la grama, el ruido de las barras, las camisetas brillantes, esa intensidad es algo que ningún medio pudo ni podrá reproducir. Todo era mágico: la canchita, el gol, los chups, el contómetro, las olas, el estruendo, el sonido de los chuñazos, las lisuras permitidas, el contrario. Y era por una hora y media que nos volviamos parte de esta puesta en escena. Grandes recuerdos. Nos volvíamos cómplices, hasta que llegábamos a casa y volvía todo a la normalidad.
Hace unos meses volví al estadio con mi padre, no pudimos entrar juntos, él llegó antes, yo llegué después con mi hijo. No lo encontraba y tuve que llamar a su celular, pasando por los mismos pasillos, traté de darle la misma emoción a mi hijo y también subimos corriendo las escaleras, también se agitó un poco por el asma. El verde ya no es el mismo, tiene un reflejo blanco horrendo, el fútbol tampoco es el mismo y la mística menos. Me senté al lado de mi padre y a pesar de todo disfrutamos de esos 90 minutos como antes. Gritamos lisuras como antes, nos abrazamos cuando metimos el gol, el equipo ganó y terminando nos fuimos al chifa a comentar el partido. No fué lo mismo, pero igual lo disfrute muchísimo. Hace unos días, después de tres meses de ese partido mi hijo me dijo que no le gustaba el fútbol, que los partidos lo aburrían, pero que igual le gustaba estar ahí. Que no sabia qué era, pero algo le atraía de todo eso. Que suerte que lo entiendo.
Asi es un poco como empezó el gusto por este deporte-show. Y asi nace este blog, como una catársis por todo lo que se sufre y se goza en nuestro fútbol.
Era un ritual que empezaba desde que llegaba. Mi padre achorándose con el cuidador de carros, era la señal que nos convertiamos en hinchas y dejabamos de lado nuestra cotidianeidad, el corazon latía diferente desde ese momento. Caminaba por esas calles por las que no solía pasar, y viendo gente que no solía ver. Llegábamos a las rejas y seguía el control policial, empezábamos a correr, pasábamos esos pasillos interminables con olor a orines. Para el momento que subía las escaleras de Nacional, siempre de la mano de mi padre, un silbido en el pecho anunciaba la disnea producto del asma. La bulla y el ve

Hace unos meses volví al estadio con mi padre, no pudimos entrar juntos, él llegó antes, yo llegué después con mi hijo. No lo encontraba y tuve que llamar a su celular, pasando por los mismos pasillos, traté de darle la misma emoción a mi hijo y también subimos corriendo las escaleras, también se agitó un poco por el asma. El verde ya no es el mismo, tiene un reflejo blanco horrendo, el fútbol tampoco es el mismo y la mística menos. Me senté al lado de mi padre y a pesar de todo disfrutamos de esos 90 minutos como antes. Gritamos lisuras como antes, nos abrazamos cuando metimos el gol, el equipo ganó y terminando nos fuimos al chifa a comentar el partido. No fué lo mismo, pero igual lo disfrute muchísimo. Hace unos días, después de tres meses de ese partido mi hijo me dijo que no le gustaba el fútbol, que los partidos lo aburrían, pero que igual le gustaba estar ahí. Que no sabia qué era, pero algo le atraía de todo eso. Que suerte que lo entiendo.
Asi es un poco como empezó el gusto por este deporte-show. Y asi nace este blog, como una catársis por todo lo que se sufre y se goza en nuestro fútbol.
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