Con sorpresiva alineación. Universitario derrotó a Alianza en el último clásico del año
Nunca un arquero empujó tanto desde el arco como Oscar Ibáñez en el clásico del fútbol peruano. Gareca entendió que en estos partidos los superhombres como Fernández no son suficientes. Va más allá de los reflejos, la elasticidad, las voladas espectaculares. Quería un referente en el arco y es lo que fue Ibáñez. Nunca fue tan Hemingway, el Viejo Ibáñez. Esperaba su turno con paciencia sabia. Sin saber si llegaría algún día. Oscar más que competir, estaba al servicio de quién quiera oír un consejo en el equipo crema. Y era como un sueño cuando Gareca le dijo con su mismo acento: Entrás!
Desde el arco se ve todo mejor. Ante las pocas llegadas de Alianza, respondía en uno o dos tiempos. Se aferraba a la pelota, como a su deseo de retirarse campeón. Así empezó a mandar al equipo adelante, él se encargaba de mantener el cero, y que los demás busquen la diferencia. Entonces todos se contagiaron, primero Candelo -al colombiano le salió todo- y luego Hurtado -predicando goles-. Fue con el primer gol de Hurtado que el buen Oscar recordó por completo la titularidad. El Viejo nunca fue tan Hemingway.
A estas alturas ya el partido estaba dominado por la U, mientras el árbitro Carrillo se desdibujaba con discutidas decisiones. Un tiro libre del aliancista Martínez puso nuevamente a prueba a Ibáñez pero ya estaba demasiado metido para fallar. A los 47 Carmona daba clase de potencia al cruzar casi todo el campo, para que Hurtado vuelva a celebrar con Dios. El Viejo festejó solo, como lo hacen los arqueros. Sentía que la batalla esta vez estaba de su lado.
Como se daba el partido, cualquier cosa podía pasar, y así como no cobró penales claros, Carrillo decretó uno a favor de Alianza que solo vio el juez de línea. Entonces por la cabeza de Ibáñez solo pasaba la idea de seguir disfrutando el momento. Quién sabe si el próximo partido será titular. Lo cierto es que los clásicos se viven así con intensidad. Y este partido tuvo de todo para Ibáñez, hasta gol en contra de Aparicio. Él sabe que esto es así, que son las pequeñas batallas las que se deben librar con dignidad. Como el Viejo de Hemingway que luchaba contra la fuerza del mar y de su presa, el Viejo también se batía en la lucha de salir airoso de estos partidos. Y quién sabe, retirarse campeón.
Nunca un arquero empujó tanto desde el arco como Oscar Ibáñez en el clásico del fútbol peruano. Gareca entendió que en estos partidos los superhombres como Fernández no son suficientes. Va más allá de los reflejos, la elasticidad, las voladas espectaculares. Quería un referente en el arco y es lo que fue Ibáñez. Nunca fue tan Hemingway, el Viejo Ibáñez. Esperaba su turno con paciencia sabia. Sin saber si llegaría algún día. Oscar más que competir, estaba al servicio de quién quiera oír un consejo en el equipo crema. Y era como un sueño cuando Gareca le dijo con su mismo acento: Entrás!
Desde el arco se ve todo mejor. Ante las pocas llegadas de Alianza, respondía en uno o dos tiempos. Se aferraba a la pelota, como a su deseo de retirarse campeón. Así empezó a mandar al equipo adelante, él se encargaba de mantener el cero, y que los demás busquen la diferencia. Entonces todos se contagiaron, primero Candelo -al colombiano le salió todo- y luego Hurtado -predicando goles-. Fue con el primer gol de Hurtado que el buen Oscar recordó por completo la titularidad. El Viejo nunca fue tan Hemingway.
A estas alturas ya el partido estaba dominado por la U, mientras el árbitro Carrillo se desdibujaba con discutidas decisiones. Un tiro libre del aliancista Martínez puso nuevamente a prueba a Ibáñez pero ya estaba demasiado metido para fallar. A los 47 Carmona daba clase de potencia al cruzar casi todo el campo, para que Hurtado vuelva a celebrar con Dios. El Viejo festejó solo, como lo hacen los arqueros. Sentía que la batalla esta vez estaba de su lado.
Como se daba el partido, cualquier cosa podía pasar, y así como no cobró penales claros, Carrillo decretó uno a favor de Alianza que solo vio el juez de línea. Entonces por la cabeza de Ibáñez solo pasaba la idea de seguir disfrutando el momento. Quién sabe si el próximo partido será titular. Lo cierto es que los clásicos se viven así con intensidad. Y este partido tuvo de todo para Ibáñez, hasta gol en contra de Aparicio. Él sabe que esto es así, que son las pequeñas batallas las que se deben librar con dignidad. Como el Viejo de Hemingway que luchaba contra la fuerza del mar y de su presa, el Viejo también se batía en la lucha de salir airoso de estos partidos. Y quién sabe, retirarse campeón.
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