Guevara estaba cansado de ser suplente. Esperó durante todo el primer tiempo el llamado de Uribe. Nunca llegó. Lo que llegó fue el gol de Melgar y el silencio cuzqueño. Se fueron al descanso. Trataba de alentar a sus compañeros para ocultar su desazón. Pero Christian estaba cansado de ser suplente, y no lo podía ocultar.
En el segundo tiempo, en la banca, la misma historia. Hasta que el profesor Uribe volteó a mirarlo. Y algo cambió. La rabia de no jugar la convirtió en gol. Y no bajó los brazos. La rabia continuaba. Anotó el segundo. Pero aún quedaba un poco de ira. Y asistió a su compañero para que convierta el tercero. Ahora si la cólera había desaparecido. Guevara estaba cansado de ser suplente y todos se dieron cuenta.
-y más-
viernes, 31 de octubre de 2008
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