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viernes, 12 de septiembre de 2008

Perú empata ¿y gana?

"Con el corazón de Vargas" gritaba Peredo, "con los huevos de Vargas". Como un barrilete cósmico peruano. Todos lo gritamos y sentimos que ese gol fue, una vez más, el punto de quiebre de una generación. Pero después de la euforia, viene la reflexión.
Perú tuvo orden y actitud. Orden táctico, expresado básicamente en la eficiencia de Rainer Torres en la marca, Solano preciso y experimentado y Vargas que se comía la banda izquierda. Si hay algo que uno puede suponer con este grupo, es que todos decodifican el mensaje de Chemo correctamente. Y también se dió la actitud, que más que mentadas de madre, es jugar a pesar de todo. Orden y actitud que le premitieron sacar un empate. Todos estuvieron acertados, a excepción de Alva, que borró con el codo lo que escribió con la mano. Errático en los pases y con una ansiedad mal controlada, a diferencia de lo bien que jugó contra Venezuela.
Por el lado de Argentina, que sin Mascherano es otro equipo, vino a hacer lo de siempre, a tocar y tocar hasta que llegue el tanto. Nos ha pasado tantas veces, que parece algo inevitable. El primer gol argentino siempre cae de maduro. Muchos esperábamos a una Argentina más agresiva, que estaba en deuda, y se creía que vendría con todo (como le tocó demostrar a Brasil en Chile). Argentina no jugó mal, en todo caso decir que jugó mal es el argumento de la prensa gaucha cuando le toca perder. Perú le supo tapar las salidas, y en eso fue superior. Sin Reynas, pero con Rainer, De La Haza, Solano, Vargas, Zambrano.
Ahora lo que viene es quizás más duro, pero de eso mejor no hablar todavía. Somos pocos los que pensamos que Perú irá al Mundial. Y es mejor disfrutar cada resultado sin el peso del puntaje y la posición en la tabla. Sin exagerar en los sentimientos. Porque, por ejemplo, esto de empate con sabor a triunfo, es demasiado. Se gana o se pierde, y si bien Perú pudo ganar, el resultado es uno.
Perú empató, pero si hay alguien que ganó fue el Chemo. Ganó tranquilidad para lo que se viene (desde que empezaron las eliminatorias todo fue un vértigo), ganó por llamar a jóvenes que le respondieron en la cancha, ganó al ceder en su terquedad de convocar a jugadores discutibles (caso Chorri, Perez, Forsyth), -hasta ganó Asteggiano, cuya parquedad se hace odiosa, pero que todos vimos cómo celebró el gol- y ganó en el hecho que la hinchada no lo critique tanto (por lo menos hasta octubre).

1 comentarios:

fabtor dijo...
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